viernes, 31 de octubre de 2008

La venganza Real

Definitivamente, los reyes de España se hacen mayores. O sea, empiezan a perder los papeles. De entrada, yo preferiría que las monarquías fueran cosa del pasado y que el dinero que gastamos en ellas lo empleáramos en políticas sociales, incluso en mejorar nuestro departamento diplomático, si me apuras. Pero ya que tenemos que seguir aguantando a esta institución totalmente contraria a cualquier razonamiento lógico, como mínimo que se estén calladitos.

Hasta ahora lo habían hecho, he de reconocer que de forma bastante impecable. Pero de repente, de un tiempo a esta parte, se les ha soltado la lengua. Primero fue el Rey, con su 'por qué no te callas', totalmente impresentable e inaceptable, por mucho que los atapuerca del país lo aplaudieran. Y ahora, lo del libro de la Reina.

Entendámonos, no es que me sorprenda ni mucho menos que una señora educada para ser reina en la fe ortodoxa primero y católica después, con todo lo que las dos cosas implican, tenga las opiniones que tiene sobre homosexualidad, aborto, eutanasia y maltratos. Seguro que lo ha pensado toda su vida y, aunque yo no esté de acuerdo con ella, lo que opine en su esfera privada, en su yo íntimo, es suyo y solo suyo. No se lo voy a impedir como espero que a mí no me impidan lo contrario. Y si la Reina no fuera la Reina, también lo podría defender en la esfera pública. Como hago yo en este mismo momento. Pero es que yo no soy Reina. Si quiere representar a todos y todas, tiene que guardarse a la fuerza sus opiniones en su esfera privada.

La única razón que se me ocurre para que tanto el Rey como la Reina hayan roto ese silencio diplomático que hasta ahora habían mantenido es que se hacen mayores. La incontinencia, en este caso verbal, ha llegado a sus regias lenguas previo no-paso por sus anteriormente discretas mentes. Esto es lo que hay. Y como si añorasen esos tiempos pasados en los que los monarcas decían y hacían lo que les salía del moño, en la vejez se están tomando su pequeña venganza.

Yo, la verdad, es que lo prefiero. Así sabemos de quién estamos hablando. Porqué simpáticos y campechanos lo son un rato. Pero arcaicos, conservadores y retrógados, también.

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