Bueno, ya está, ya se han elegido a los nuevos altos cargos de la UE. El presidente será el belga Herman Van Rompuy (conservador) y la jefa de la diplomacia europea, la británica Catherine Ashton, hasta ahora comisaria de Comercio (laborista). La elección ha sido rápida, evitando el colapso institucional que muchos temían. Y por consenso. Vale, estas son dos de las ventajas de la elección. Otra ventaja: paridad entre hombre y mujer. Y otra más: equilibrio entre consevadores y teóricos progresistas.
Y ahora, claro, vienen los contras, que no son pocos. Los dos elegidos tienen, claramente, perfiles muy bajos. ¿Por qué? De entrada, parece indicar que los jefes de Estado (principalmente Francia y Alemania) no tienen ninguna gana que cargos supranacionales de la UE les hagan sonbra. Mal vamos. La razón de Estado, de nuevo, se ha impuesto sobre la necesidad de construir una Europa fuerte. Segundo contra: no parece que una británica sea la persona más adecuada para dirigir la diplomacia comunitaria, cuando los ingleses son los más euroescépticos en cuanto al papel exterior de la UE.
El tercer contra, el que para mí pesa más, es que no puedo tener la seguridad de haber escogido a los mejores para el cargo, cumplieran o no con las diversas 'cuotas' que la UE reclama para conseguir consenso. Es un lastre, se mire como se mire, que la meritocracia no guie los pasos que va tomando la Unión.
Una vez puestos sobre la mesa ventajas y contras de la elección tomada ayer por los 27, no quiero prejuzgar a Van Rompuy y Ashton antes incluso de que tomen posesión de sus cargos. Me sorprendió el abrazo emocionado y muy cariñoso que Javier Solana, hasta ahora jefe sin galones del servicio exterior comunitario, dio a Asthon. ¿Será que es más valiosa de lo que imaginamos? Y Van Rompuy, el hombre que ha conseguido que Bélgica no se rompa en dos, ¿nos tendrá reservada alguna idea brillante que deje en fuera de juego, aunque sea momentáneo, a Sarko y Merkel?
Los medios de comunicación económicos británicos y sobre todo estadounidenses se han apresurado a etiquetar negativamente a Van Rompuy y Ashton. Bueno, quizás tengan razón pero no quiero darles el gusto de ahondar en su agorería, ni saltarme a la torera el principio de que las personas tienen derecho, antes de ser criticadas, a demostrar su valía o su incapacidad.
Obligaciones soberanas
Hace 7 años