Desastre total en Japón. El mayor terremoto sufrido en el país seguido por un tsunami devastador ha destrozado vidas y ciudades. Y ha puesto en alerta nuclear al país, desatando en todo el mundo el debate sobre la conveniencia o no de la energía atómica. Un debate que algunos sectores hace mucho tiempo que mantienen abierto pero que el rodillo del pensamiento único normalmente ha conseguido minimizar.
Incluso Zapatero, que desde el principio había defendido el cierre paulatino de las centrales nucleares, últimamente parecía echarse atrás, abrumado por el enorme gasto energético español y el desbocado precio del petróleo.
La energía nuclear tiene alguna ventaja: no contamina con CO2 -otra cosa son los residuos que genera-; no hace falta importarla; es más competitiva económicamente que algunas renovables -de momento-; y produce de manera estable, sin altibajos.
Pero la desventaja que tiene, los residuos nucleares y el peligro de una explosión atómica, es tan bestia que las ventajas quedan eclipsadas.
¿Es necesaria, entonces, la nuclear para el mix energético no ya español sino europeo? Seguramente, tal y como enfocamos el consumo de energía hoy en día, sí. Pero, entonces, quizás equivocamos el foco: no pensemos cuánta energía necesitamos para mantener el ritmo de consumo que tenemos, sino qué podemos hacer para ser más eficientes energéticamente. Si lo consiguiéramos,
igual no haría falta ese 19% de electricidad que España consume de origen nuclear.