lunes, 16 de marzo de 2009

Intelecto empresarial

En esta crisis que nos azota asistimos pasmados a varias contradicciones. La primera, la más sangrante, que los que provocaron esta crisis (especuladores, altos ejecutivos, banca y financiadoras) no están pagando por ello. Al contrario, gracias a la arquitectura del sistema que hemos montado, les estamos echando una mano con dinero público porque no nos podemos permitir el lujo que esta pieza de la torre se venga abajo. Así, los que estamos pagando somos los que no hemos provocado la crisis (aunque sí participado en ella, a base de consumir y endeudarnos desaforadamente en la mayoría de los casos): empresas (sobre todo las más pequeñas) y trabajadores.

La segunda paradoja que ahora nos llega, despúes del primer espanto, es la utilización indiscriminada de subterfugios para no llamar las cosas por su nombre. En ésto, los reyes están siendo los empresarios que, al menos aquí en España, claman por un abaratamiento del despido como "única forma de supervivencia de muchas empresas'". Pero como abaratar el despido suena fatal, la última moda es llamarle "modernización de las estructuras laborales", porque, ya se sabe, "cuando las ventas caen un 30%, sobra un 30% de la plantilla".

Por partes. Lo de modernizar las estructuras laborales también podría querer decir, si nuestros empresarios fueran un poco menos conservadores y un poco más progresistas (=lúcidos), que a partir de ahora un porcentaje de los beneficios se repartan entre todos los trabajadores. De manera que en épocas de vacas gordas, todo el mundo sale ganando, y en época de vacas flacas, todo el mundo comprende que debe apretarse el cinturón (bajo mi punto de vista, una fórmula como ésta, debidamente estudiada, valdría para los trabajadores mil veces más que cualquier convenio colectivo y, de paso, ligaría definitivamente productividad con salario, que también va siendo hora).
Esta es una idea que no es la primera vez que se expone en este blog. Lejos de ser un experimento del socialismo utópico del XIX, es una modernización de las relaciones y estructuras laborales (esto sí que es una modernización) propia de nuestra economía globalizada y altamente tecnificada. No tiene mucho sentido que un trabajador altamente cualificado cobre lo mismo tanto si su capacidad intelectural hace ganar más o menos a la empresa que lo contrata. No estamos moviendo una rueda de molino, dando siempre las mismas vueltas y produciendo la misma cantidad de harina durante tooooda nuestra vida laboral. Eso se acabó. De ahí sale la idea de los bonus, stock options y porcentaje sobre beneficios. El problema es que estas opciones sólo son disfrutadas por unos pocos (generalmente ejecutivos) y rara vez están vinculadas a la capacidad científica o intelectual del trabajador. Lo que propongo es extender el beneficio que produce nuestro mundo capitalista (a través de la empresa) a todo el mundo que interviene en conseguir este beneficio. En Suecia (que no parece ser un ejemplo de comunismo castrista) existen ejemplos reales de esta práctica.

Para acabar: la perla de "cuando una empresa ve disminuir sus ventas un 30% es que sobra el 30% de la plantilla" (eso se lo he oído a más de uno y a más de dos dirigentes patronales) no tiene desperdicio. ¿Qué tal si antes de que sobre plantilla, o sea, personas de carne y hueso, reducimos un poco los beneficios de los accionistas? La lógica de: 'yo pongo el dinero, yo me quedo todo el beneficio' ya no tiene sentido. No hay beneficio sin la participación cualificadísima de los trabajadores. Esta cualificación ya no puede ser compensada sólo por un salario, inamovible sea cual sea el resultado de su esfuerzo intelectual. El intelecto se paga; la formación que nos lleva a ella, también. Si todo se globaliza, ¿por qué no la actividad empresarial y los beneficios que conlleva? Lo que no puede ser de ninguna de las maneras es que sólo se globalicen (o socialicen) las pérdidas y no las ganancias.
Lo único que conseguimos de esta manera es atomizar nuestro tejido empresarial, todavía más de lo que está, cabría añadir. Porque lo que te dan ganas es de montar tu propia empresa y comerte tú solita lo que venga, tanto si es malo como si es bueno.
Señores empresarios: entren ya en la era post-post-industrial. Esto es otra época, otra manera de hacer las cosas. O cambiamos de mentalidad o ésto explota en menos que canta un gallo. Pensábamos que nuestros empresarios (con tantos MBA en Yale y en Esade), habían superado la dinámica post-industrial de fuerza de trabajo, medios de producción, etc... Pero resulta que era un espejismo. Cuando han llegado las vacas flacas la medida más original que se les ocurre es que sea barato despedir al trabajador. ¡Qué nivel!
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