miércoles, 6 de julio de 2011

El cinismo / El cinisme

El cinismo es algo muy extendido entre las élites económicas. No es nuevo, siempre ha sido una de sus características más remarcables. Pero lo de las condiciones laborales de la nueva directora del FMI, Lagarde, es de traca.

Mientras el FMI impone, con el beneplácito de la banca europea, recortes draconianos a buena parte de la ciudadanía de la UE, intentando convencernos de que no hay otra manera de reducir el déficit -cosa totalmente falsa-, la máxima representante del FMI acepta un contrato 'principesco': un aumento del 11% sobre el sueldo de su antecesor, en vez de 'contención salarial'; más de 300.000 euros anuales libres de impuestos; aumento salarial ligado al IPC, no a la productividad; pensión vitalicia cuando deje su cargo... en fin, un auténtico despropósito.

Claro que existe el puntito cínico: se pide a Lagarde que, como mínimo, mantenga las formas, no como Strauss-Kahn. O sea, no importa si no las cumple...pero que no lo parezca. No words.


El cinisme és un tret molt extés entre les elits econòmiques. No es nou, sempre ha estat una de les seves característiques més remarcables. Però les condicions laborals de la nova directora del FMI, Lagarde, és de traca.

Mentre el FMI imposa, amb el beneplàcit de la banca europea, retallades draconianes a bona part de la ciutadania de la UE, intentant convèncer-nos que no hi ha una altra manera de reduir el dèficit -cosa totalment falsa-, la màxima representant del FMI accepta un contracte 'principesc': un augment de l'11% sobre el sou del seu antecessor, en lloc de 'contenció salarial'; més de 300.000 euros anuals lliures d'impostos; augment salarial lligat a l'IPC, no a la productivitat; pensió vitalícia quan deixi el seu càrrec... en fi, un autèntic despropòsit.

Per suposat existeix el puntet cínic: es demana a Lagarde que, com a mínim, mantingui les formes, no com l'Strauss-Kahn. O sigui, no importa si no les acompleix...però que no ho sembli. No words.

domingo, 3 de julio de 2011

Fastidio

Que las cosas no son blancas o negras está claro. Esta evidencia a menudo me sitúa en una incómoda situación intermedia entre dos puntos de vista si estos son radicales a un lado o al otro. Es incómodo porque es pesadito tener que matizar ideas, propuestas, soluciones...pero el consenso es eso (primer aviso).

A parte de dos, quizás hasta cuatro, pilares éticos que sí he llegado a tener claros y que sí son radicalmente intocables, sin matices, el defender una postura discriminando directamente a otra a mí, de entrada, me da grima. Me pasa con la estéril discusión entre Madrid y Barcelona (no acabo de entender porqué debo renunciar a una de las dos cuando la mezcla y la suma de lo mejor de las dos me enriquece). Y me vuelve a pasar con el 'enfrentamiento' entre democracia representativa y participativa. Llevo mucho tiempo asumiendo la democracia participativa como la opción deseable para mejorar nuestra democracia, quede dicho por adelantado (segundo aviso).

Así que emocionada y entusiasmada asisto y participo en manifestaciones y asambleas del 15-m. Algo extraordinario bulle cuando 600 personas son capaces de reunirse en un parque público para poner en común propuestas a través del consenso. Es extraordinario, literalmente.

Pero me fastidia: que se olvide que muchas de las propuestas del 15-m hace años que algunos políticos de izquierdas y progresistas se parten la cara para defenderlas en los parlamentos autonómicos y en el Congreso. Así que el grito de 'todos son iguales, no me representan' me fastidia, me incomoda. Porque equiparar a los que se han partido la cara defendiendo una Tasa Tobin, por poner un ejemplo, (antes que ellos, por supuesto, el esfuerzo y el trabajo de una ONG, en este caso ATTAC) equipararlos, digo, a los políticos de derechas y conservadores que solo legislan pensando en sus privilegios y en los de la oligaquía de turno, pues no, no me apetece.

Al mismo tiempo, oir como la que se autodenomina 'gente sensata' define a todo el 15-m como 'perroflautas' da una idea de la cantidad de gente en este país, con responsabilidades públicas o con altavoz en los medios tradicionales, que no tiene ni idea de calibrar y dimensionar bien una reacción ciudadana que, insisto, es extraordinaria y con posibilidades de ser el germen de una auténtica democracia participativa en nuestras ciudades.

Pero: es un error que esta democracia participativa no aproveche las sinergias con la parte de la democracia representativa que está dispuesta -porque hace muchos años que así lo demuestra y están los libros de sesiones para cotejarlo y poner a cada uno y una en su lugar- a trabajar para mejorar nuestro sistema democrático. Vuelvo a no entender porqué debo renunciar a una de las dos cuando aunar lo mejor de las dos podría ser una auténtica revolución.

¿O las izquierdas vamos a boicotearnos de nuevo para que otros se lleven el pez al agua?
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