martes, 4 de octubre de 2011

UE: altura de miras

1945. Acaba la Segunda Guerra Mundial en el continente. Europa es desolación. Un lustro más tarde, Adenauer, Monet, Shuman, Churchill, Spinelli y Spaak, entre otros, sueñan y ponen en marcha lo que acabará siendo la Unión Europea, uno de los experimentos políticos más fascinantes de la era contemporánea. Con muchas imperfecciones pero con un objetivo común: caminar juntos para ser más fuertes, conjurar la pobreza y, con ello, los populismos y veleidades de hipotéticos ‘salvadores’.

Medio siglo más tarde, la inoperancia, falta de altura política y egoísmo están poniendo en serio peligro al euro. Y sin euro, no hay UE. Quien quiera creer que las consecuencias de dejar caer a Grecia van a ser solo económicas está equivocado…o interesado en hacer creer eso justamente. Pero no es así. Las consecuencias serán también sociales y políticas. Porque la salida de Grecia del euro, como algunos pretenden, es el fin de la UE. “No hay plan B”, sentencia Almunia, comisario europeo.

De hecho, las consecuencias políticas y sociales ya se están notando, aun antes de conocer cuál será el destino de la UE. Se está instalando en Europa la idea de un norte rico, trabajador y ahorrador pero egoísta, y la de un sur pobre, despilfarrador y vago. Las dos opciones que se sustraen de esta desunión –acaso escondida durante décadas por bonanzas e intereses económicos- son: o dejar caer a Grecia (¿por qué los mercados van a creerse que luego no vendrían Portugal, España, Irlanda, Italia…?) o que los ‘ricos del norte’, incluyendo Alemania, sean los que se vayan del euro (así lo ha propuesto el primer ministro holandés, Mark Rutte, quien, por cierto, gobierna gracias a la ultraderecha de Geert Wilder).

Ambas opciones tienen el mismo resultado: se acabó Europa, la UE se funde. Y con ella, la realidad de la convivencia en un continente históricamente convulso. El después de esta ruptura nadie lo conoce, pero algunos analistas llegan incluso a insinuar futuros conflictos bélicos regionales (¿los Balcanes de nuevo?). La historia se repite…o no, si sabemos/queremos evitarlo.
¿Cómo? Más Europa, más unión, menos particularismos y más altura política de nuestros líderes europeos. Especialmente, porqué no reconocerlo, del eje franco-alemán, eterno motor europeo. Sarkozy y Merkel están más preocupados por su futuro político en sus respectivos países que en estar a la altura de las circunstancias que les ha tocado vivir.

Necesitamos un Tesoro Europeo, unos eurobonos, unas bajadas de tipos de interés. Necesitamos abandonar la obsesión de reducir el déficit cueste lo que cueste, incluso a costa de ahogar esa misma economía que decimos querer resucitar. Los mercados no temen al déficit, temen al nulo crecimiento económico, a la nula perspectiva de recuperación. El miedo a inyectar oxígeno a la maltrecha economía europea –esté donde esté, geográficamente, el mayor agujero- nos llevará a todos a la ruina. Y el precio social será altísimo.

Y para atajar maledicencias: los créditos a Grecia suman, de momento, unos 60.000 millones de euros. La inyección al sistema financiero europeo se ha llevado ya más de 420.000 millones, y se calcula que harán falta unos 200.000 millones de euros más.
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