miércoles, 29 de febrero de 2012

La reforma laboral no és neutra

Res és neutre...i molt menys les lleis. No són neutres ideològicament: dependrà de l'objectiu que persegueixi el legislador i, per tant, de les idees que moguin a aquest. A vegades, la tendència que tenen les reformes legislatives ve donada no pel que procura el legislador si no pel que li importa un rave.

Aquesta última opció és la que sembla moure al nou Govern del PP i la seva reforma laboral respecte la igualtat de la dona en l’àmbit del treball. El nou marc laboral, perjudica més a les dones que als homes? Definitivament, sí.

Naturalment, la reforma laboral no discrimina o perjudica a les dones d’una manera textual, només faltaria. Però obviar que dones i homes no tenim, a la pràctica, les mateixes condicions dins el món del treball seria estar ben cegues. No tenim les mateixes condicions –ni salarials ni d’empoderament (terme creat a la Conferència Mundial de les Dones a Pequín el 1995)- no perquè, de nou, ho permeti la llei. Si no perquè ho permeten les condicions en les que ens eduquem (tots, dones i homes); les condicions en les que desenvolupem les nostres funcions a la societat (funcions deliberadament adjudicades a unes i no a uns altres: bàsicament, la maternitat o la cura dels nostres ‘dependents’).

La legislació, poc a poc i en funció de qui legislava –de nou, no tot és el mateix ni és igual votar a uns o a uns altres-, ha intentat ‘corregir’ aquestes condicions imposades al llarg de les dècades, dels segles. Així, prohibeix cobrar menys pel mateix lloc de treball per qüestió de gènere; així neix també la llei de Dependència; així es desenvolupen les quotes, per obligar a promocionar a les dones en una per a mi encara necessària discriminació positiva; així s’amplia el permís de maternitat i s’introdueix el de paternitat.

I està molt bé tot això. El problema és que no s’incideix en el que realment canviaria el rostre de la discriminació: l’educació. El trencament de rols. El lideratge compartit tant de l’empresa com de la família.

El resultat de no incidir-hi és que, malgrat la legislació vigent, les dones són les que majoritàriament segueixen acceptant llocs de treball a mitja jornada i pitjor pagats per poder fer-se càrrec dels fills o dels familiars dependents. Necessiten conciliar. Bàsicament, les obliguen a conciliar. Qui? La llei? No. L’entorn.

I aquí és on arribem a la no neutralitat de la reforma laboral. Justament un dels punts més polèmics de la reforma és la possibilitat per part de l’empresari d’ajustar horari, tipus de jornada i situació geogràfica a les necessitats de l’empresa. Lluny de criticar de manera absoluta la necessitat de dur a terme una major flexibilitat quan les condicions per a l’empresa canvien, el cert és que aquestes mesures afectaran molt més a les dones que als homes. Perquè afectaran molt més a aquells treballadors que tinguin jornades, horaris i sous pensats per conciliar la vida laboral i la familiar. O sigui, les dones.

Això no vol dir que molts homes no es veuran afectats per la nova reforma laboral. Només estem puntualitzant que, no per la pròpia reforma en sí, si no per l’entorn social en el que es desenvolupa, afectarà molt més a les dones treballadores. Així, aquest 8 de març i em temo que molts més encara, segueixen sent totalment necessaris.

martes, 28 de febrero de 2012

La realidad supera la ficción pero la ficción hace más real la realidad

El artículo de Carrie Romero en La Independent sobre Pixel Studi me recuerda lo esencial que es verse retratado. Parece que si no existimos en los medios, hasta en los de ficción (¿o especialmente en los de ficción?), no existimos al fin y al cabo. Y así es.

De niños nos vimos rodeados de la clásica visión heterosexual de las relaciones, o de la clásica visión heterosexual de la familia, que para mí viene a ser un poco lo mismo, porque para mí tu pareja es tu familia, y tu familia es tu casa. Y tu casa no es siempre un hogar de marido, mujer (que no esposa, sino "marido y mujer", o peor, "hembra y varón", ojo al dato) y "la parejita".

La familia, decía, es tu casa, y tu casa puede ser un hogar de una persona, de dos del mismo sexo, de dos de distinto sexo, con hijos, sin hijos, con abuela... Por eso es imprescindible que esa familia sea visible en todos los ámbitos. Y últimamente eso se intenta.

Se intenta a través de proyectos documentales como el de Pixel Studi, que habla de parejas de mujeres. Y se intenta, por ejemplo, incluyendo a personajes homosexuales en series de ficción, si bien todos sabemos que si alguien va a morir, por así decirlo, será el gay, que es como "el negro" de antes.

Yo preferiría una serie coral de verdad, con heterosexuales, homosexuales, hombres y mujeres de todos los colores... Pero al parecer en general hay que conformarse con "el chino, el negro, el latino y, ahora, el gay".

Por eso fue tan importante The L Word, serie de Showtime que muchas homosexuales criticaron porque hablaba de un "hatajo de pijas de Los Ángeles" con las que no se sentían identificadas. Lo decían porque ellas no eran pijas de Los Ángeles, naturalmente, pero, a mi modo de ver, se olvidaban de lo esencial. Lo esencial es que las lesbianas no eran un personaje secundario dentro de una trama heterosexual y que dicha serie retrataba el sexo entre mujeres de forma explícita. Por lo que a mí respecta, por primera vez en una serie una pareja de lesbianas no parecía un par de amigas al fondo que se dan la mano. Parecía, simplemente, eso, una pareja. Y además tuvo el gracioso gesto de colocar a una hetero entre el reparto. Qué endiabladamente entrañable.

He dicho por primera vez porque no había visto nada parecido en una serie hasta entonces. Y es que esta serie no fue una serie cualquiera. Tuvo tanto éxito que se convirtió en algo más que eso; de ella nació toda una comunidad y fue una vía de escape para muchas homosexuales. Según el New York Times, la crítica la acogió con entusiasmo y se hizo popular de inmediato. Tanto es así que, tras verse el piloto, se contrató la segunda temporada. Tenía fallos, el guión chirriaba algunas veces, algún que otro personaje sufrió una transformación incomprensible (Helena Peabody), otro se hizo simplemente insoportable (Jenny Schecter), pero por fin las relaciones entre mujeres parecían reales.

Lip Service, una serie de la BCC, ha intentado lo mismo en un contexto escocés y menos pijo, y por desgracia con menos éxito. By the way, que la BBC es pionera en esto de retratar lesbianas. Cabe mencionar, por ejemplo, las adaptaciones de los libros de Sarah Waters o el personaje de Anya Raczynski en Survivors, serie que –según leí aunque no puedo creer– se suspendió cuando lo de la gripe aviar (el argumento de la serie es que un 90% de la humanidad muere tras una epidemia de gripe y el 10% restante se las apaña para sobrevivir a sus congéneres; al parecer a la BCC le pareció demasiado "dura y real" por lo de la gripe). Bad Girls hizo sus deberes en la ITV. Etcétera.

Luego están las parejas de hombres de A dos metros bajo tierra, Mujeres desesperadas o Modern Family, esta última menos modern de lo que indica el título, dado el retrato de las mujeres como clásicas amas de casa y el de la típica tópica pareja gay. No obstante, cabe decir que, pese a los evidentes clichés, se las arregla para ir destruyendo los mismos a base de humor. Aunque para mí el mejor retrato de dos gays es el de A dos metros bajo tierra. En fin, algo es algo. Y hasta en Perdidos salió un gay, aunque era de los malos (si bien es justo decir que era un malo bueno).

Por suerte, cada vez hay más ejemplos, pero siempre es más fácil encontrar parejas de hombres que de mujeres. Con todo, en la ya mencionada Mujeres desesperadas, sin ir más lejos, lo último que se supo de Katherine es que se iba con la ex stripper Robin a París, y no en un viaje de amigas que se dan la mano. La cosa prometía, pero todo quedó en agua de borrajas. Aunque no creo que por temor de los productores o del director, sino porque ahora Dana Delany (Katherine en Mujeres...) tiene serie propia, El cuerpo del delito.

Por cierto, que Dana Delany es la misma que hace de senadora homosexual en The L Word y trata de seducir a Bette Porter (Jennifer Beals; sí, la de Flashdance). Y por cierto, que Mujeres desesperadas rompe más convencionalismos al retratar su relación entre mujeres que su relación entre hombres. Ambas cosas dan que pensar.

Exes and Ohs es otra serie de chicas, como las llaman algunos –subvirtiendo (aparentemente) sin saber, el significado tradicional de la expresión "de chicas", que vendría a equivaler más bien a una sesión de peluquería y pedicura del corte más heterosexual). Pero al parecer de momento está estancada, como Lip Service. The Good Wife y True Blood también incluyen relaciones homosexuales, pero, por desgracia, son periféricas. Girltrash sería la más rompedora. Una serie de lesbianas a lo Tarantino. Muy recomendable, hasta por la música.

España también ha hecho sus pinitos en series como Aquí no hay quien viva u Hospital central. Y naturalmente hay muchas más series, películas, libros y documentales en muchos sitios, cerca y lejos, que el espacio y el tiempo me impiden incluir.

La cosa es que la homosexualidad está cada vez más presente en la ficción y, gracias a ello, se hace más palpable en la realidad.

Para estar a la última de personajes homosexuales, tanto reales como ficticios, recomiendo las siguientes webs: POWERUP, AfterEllen, AfterElton y Diva. Y, para reírse un rato de clichés, una comedia que ya tiene 13 años pero sigue vigente: But I'm a Cheerleader. (Sí, es de 1999 y es juvenil, pero, al fin y al cabo, los clichés son mucho más antiguos e infantiles). Tampoco está mal It's in the water. (Ésta es de 1997, pero seguro que aún hay gente que cree que la homosexualidad se contagia...).

by bertelmax

"Sonrisas y lágrimas" o reír por no llorar

Hace poco me llegó a través de una colega traductora un vídeo muy... digamos "sugerente" sobre la "participación de la mujer en la investigación biotecnológica", o eso rezaba el título. En el vídeo aparece una mujer sosteniendo lo que parece ser un pedazo de cristal irrompible frente a su cara mientras un hombre dispara contra el mismo para probar que, efectivamente, es irrompible.

A estas alturas está claro que "sugerente" no es el adjetivo que buscaba. Supongo que es vergonzoso, irresponsable, temerario, indignante. Pero, ¿es también machista? ¿La vida de una mujer vale tan poco que uno puede arriesgarse a probar si un cristal es irrompible disparando contra su cabeza? Porque el único rastro de "bio" que veo al leer "investigación biotecnológica" es la vida de esa pobre desgraciada.

Sin embargo, desconozco los detalles de esa grabación. No sé quiénes eran sus protagonistas. Ignoro si ilustra una práctica habitual y alude a la existencia de "probadoras suicidas" en masa o bien se trataba únicamente de una pareja de locos que jugaba en su jardín. Sea como fuere, la mujer se llevaba la peor parte.

A los pocos días, este cartel llamó mi atención en Facebook. Su pie reza: "¿Es usted 100 por 100 femenina? He aquí los principales caracteres de la mujer femenina. En el texto explicamos el origen de estos caracteres, sus trastornos y el modo de corregir éstos".

Pues bien, los "caracteres", con los que se supone que una mujer nace, son perlas como "afición a las cosas concretas" (claro, no le pidas a una mujer que piense en abstracto porque no tiene imaginación ni capacidad para el pensamiento ídem), "predominio de los sentimientos sobre la razón" (vamos, que somos unas histéricas), "deseos de maternidad" (una mujer no es tal cosa si no tiene hijos), "andar gracioso y suave" (no corramos, no vaya a ser que adelantemos a algún hombre despistado y se vuelva gay; a no, que no corremos porque los tacones no nos dejan), "afición a las tareas del hogar" (afición que casualmente le va que ni pintada a los machistas), "nariz pequeña" (esto nos va bien, porque nos excluye de ser Pinochos e ir por ahí contando mentiras tan flagrantes), etcétera, etcétera, etcétera.

Parece cosa del pasado y, si una se lo toma así, hasta tiene gracia por lo ridículo que es. Quiero decir, que está claro que el genio tras el cartel se desacredita a sí mismo. Sin embargo, no tiene tanta gracia cuando aún se encuentran trazos de esa doctrina de "lo femenino" (y por desgracia se encuentran en cantidad) en el presente. Que si hoy estás muy femenina porque te has pintado (todo el mundo sabe que las niñas nacen con un pintalabios en la mano), que si, mujer, ponte tacones que pareces un marimacho (es que nosotras nacemos con tacones; se forman inicialmente en la vagina del feto y en el tercer trimestre se desplazan a los pies), que si es niña hay que vestirla de rosa (porque es innegable que los niños son azules), etc.

Pero lo que sí es gracioso es que "lo femenino" es lo más masculino que existe, dado que es un ideal inventado por el hombre machista para aplicarlo a la mujer tal como la quiere, que es con tacones, con falda, pintada, temerosa, callada, aficionada a sus labores, a sus cosas (cosas de mujer, claro, pero ¿las cosas no están ahí para todos?), sus tareas del hogar (porque el hombre no vive en un hogar, el hogar es cosa de mujeres y de maricas; los hombres aún viven en cuevas y no es cosa suya si el hogar entra en combustión espontánea) y, cómo no, también la quiere tal como solía decirse, con la pata quebrá y en casa.

Y fíjense que digo "el hombre machista", no el hombre a secas. Porque, como dice Nuria Varela, "el feminismo no es lo opuesto al machismo". No se trata de dejar al hombre como un guiñapo y someterlo a las mismas injusticias, sino de igualar los derechos de todos, ya sean hombres, mujeres, heterosexuales, homosexuales (que no maricas), blancos, negros, verdes o unidimensionales. Y cuando digo igualar albergo la esperanza de que no sea por el peor rasero, ése que ha dado en convertir también al hombre en un objeto.

Para acabar, aclararé lo del título. El domingo pusieron en Divinity Sonrisas y lágrimas. Me encantan los musicales, lo que probablemente me convertiría en gay si fuera un hombre, pero, como soy mujer, supongo que es normal. Pero lo de normal ya da para otro tema.

En fin, que este artículo me vino a la mente cuando escuché el número de I am sixteen going on seventeen. La verdad es que es desternillante. Todo un hombretón con la piel curtida, pues así son los chavales de 17 que van para 18, pone sobre aviso a una cándida damisela de 16 que va para 17. Todo muy lóveli. ¿Pues no le canta el mocoso que ella no está para nada preparada para lo que le espera (el acoso masculino al estilo más depredador; ¡hasta dice que los hombres le darán vino!) y añade que necesita de alguien mayor y más sabio que le diga lo que debe hacer (You need someone older an wiser telling you what to do. I am seventeen going on eighteen, I'll take care of you)? Si eso no es machismo y paternalismo en su máximo esplendor, que baje Dios y lo vea (ay, no, que Dios es un hombre también). ¿Y a quién nos encomendamos? De ahí lo de reír por no llorar.

Conclusión: está claro que las cosas han cambiado desde Sonrisas y lágrimas, desde la época en que se hizo el cartelito de "lo femenino" y desde que una pobre desgraciada se colocó un cristal delante de su naricita para que el hombre jugara a sus cosas. Pero sigue habiendo muchos que aún creen que dar más libertad a la mujer es ampliarle la cocina y que una es camionera si no lleva minifalda, lo cual es discriminar tres veces, a las mujeres en general, a las camioneras y a las mujeres homosexuales.

Por desgracia, dichas personas no se dan cuenta de que eso discrimina al hombre también, pues no le deja, por ejemplo, llorar (pese a tener conductos lagrimales), teñirse el pelo si en la caja del tinte no pone Just For Men o algo así como "esto hará que te crezca el pene", hablar de temas que no acaben siempre en fútbol y tetas (si es que no empiezan en fútbol y tetas), etc. En fin, una verdadera lástima.

Un último apunte. Hace años me horrorizaron dos comentarios de dos colegas filólogas. Una repetía maquinalmente el bulo ése de que Mary Shelley es una "escritora masculina" porque escribió una novela de ciencia ficción y la otra comentó que "la ironía y el sarcasmo son rasgos propios del humor masculino".

En primer lugar diré que Frankenstein no pertenece al género de la ciencia ficción, sino al de la literatura fantástica. En segundo lugar, pero no menos importante, el libro de Shelley habla de filosofía, religión, paternidad, ciencia, cultura, amor, bondad, maldad, venganza, tristeza, soledad, todos ellos asuntos humanos y por tanto obviamente tanto femeninos como masculinos, pues atañen a todo ser dotado de alma (y, como sabemos ahora, la mujer también tiene una). Es una perogrullada, pero había que aclararlo.

Por otro lado, la ironía y el sarcasmo son, por los mismos motivos citados antes, tan legítimos en la mujer como en el hombre, pues, vuelvo a insistir, son rasgos humanos. Decir que esa clase de humor es más propia de un hombre equivale a decir que la cocina o la limpieza son actividades más propias de la mujer. Otra perogrullada.

Lo peor es que estos comentarios sí son recientes.

Y ahora sí, acabo. No sin decir antes que es preciso luchar contra tanta ignorancia. Hombre y mujer no son físicamente iguales; ninguna persona es igual a otra, ni siquiera los llamados "gemelos idénticos". Eso nos hace únicos. Pero recordemos que también compartimos más de lo que nos diferencia. Pechos, pene, vagina, testículos y más o menos pelo. Ah, pero pulmones, brazos, piernas, riñón hígado, cerebro, ojos, orejas, nariz (más o menos pequeña), dedos, estómago, vejiga, boca...

No obstante, no se trata de similitudes o diferencias. Aunque unos fueran de Marte y otros de Venus, como afirman ciertos libros que me dejan estupefacta, todos tenemos derecho a los mismos derechos, valga la redundancia. Y las cosas estás ahí para todos. Como alguien dijo una vez, "todas las guerras son civiles porque todos los hombres son hermanos". Pues bien, eso incluye a las mujeres.

Para consultar datos sobre las mujeres en el mundo, véase UN WOMEN WATCH.

by bertelmax


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