domingo, 28 de septiembre de 2008

Las dos Españas

Por si a alguien le quedaba alguna duda de que, desafortunadamente, las dos Españas siguen existiendo, ahí va la última idea genial de la Generalitat Valenciana gobernada desde parece que hace siglos por el PP. El ínclito presidente Camps ha decretado una ley por la que la asignatura de Educación para la Ciudadanía se va a impartir en inglés.
¿Se puede ser más cretino?
Como no se puede negar a que los institutos valencianos impartan esta asignatura ya que sería vulnerar la ley, se inventa la estratagema estúpida de impartirla en inglés. Por supuesto, eso supone que los jóvenes no se enteren de nada. ¿Cómo van a hacerlo si no conocen el idioma?
La excusa de que así se sumergen en el inglés es totalmente absurda: si es así, que impartan también en este idioma otras asignaturas como biología, matemáticas o historia.
Estas no, claro, que estas sí que importa que entiendan y aprehendan su contenido.
Así vamos, hecha la ley, hecha la trampa.
Aún así, algo hemos avanzado. Antes, para boicotear las leyes de gobiernos progresistas, se alzaban en armas y montaban la de Dios en nombre del susodicho. Ahora se visten de cosmopolitas y las boicotean a base de 'escribe mil veces sin faltas: I'll be a good citizen'.
Qué país...

viernes, 19 de septiembre de 2008

Socializando pérdidas

Nueva vuelta de tuerca de la clase empresarial y defensores del liberalismo económico. Después de pedir una reducción de los impuestos para las empresas, ahora el presidente de la patronal española (CEOE), Gerardo Díaz Ferrán, se descuelga con que el Estado debería "hacer un paréntesis en la economía de mercado porque estamos viviendo una situación excepcional". Increible.
O sea, que mientras los empresarios obtienen beneficios a manos llenas, el Estado no sólo no debe intervenir sino que, si es posible, debe privatizar aquellas empresas públicas solventes (pregunten a Esperanza Aguirre, musa del neoliberalismo, que va a privatizar el 49% de la empresa pública madrileña más rentable, el Canal de Isabel II, o sea, el agua que beben los madrileños). Pero cuando vienen vacas flacas, estos mismo empresarios corren a 'papa Estado' para que les ayude a superar sus pérdidas.
Traducido: privatizamos beneficios pero socializamos pérdidas.
Son pocas las palabras que se me ocurren, que no sean insultos, para describir esta desfachatez. Pero no seré tan ilusa como para negar en rotundo esta posibilidad y así impedir perder más competitividad, sobre todo teniendo en cuenta que otras economías de nuestro entorno mucho más liberales (USA) están rescatando a sus empresas.
Eso sí, cuando vuelvan los beneficios, Estado y ciudadanos pasaremos cuentas. Si no lo hacemos, tendremos bien merecido que nos tomen por el pito del sereno.

Socialitzant pèrdues
Nou gir dialèctic i filosòfic de la classe empresarial i defensors del liberalisme econòmic. Després de demanar una reducció dels impostos per a les empreses, ara el president de la patronal espanyola (CEOE), Gerardo Díaz Ferrán, es despenja amb que l'Estat hauria de "fer un parèntesi en l'economia de mercat perquè estem vivint una situació excepcional". Increïble.
O sigui, mentre els empresaris obtenen beneficis a cabassos, l'Estat no només no ha d'interevenir si no que, si és possible, ha de privatitzar aquelles empreses públiques solvents (preguntin a Esperanza Aguirre, musa del neoliberalisme, que està a punt de privatitzar el 49% de l'empresa pública madrilenya més rendible, el Canal de Isabel II, o sigui, l'aigua que beuen els madrilenys). Però quan venen vaques magres, aquests mateixos empresaris corren a cercar al 'papa Estat' per a que els ajudi a superar les pèrdues.
Traduït: privatitzem beneficis però socialitzem pèrdues.
Són poques les paraules que em venen al cap, que no siguin insults és clar, per a descriure tanta barra. Però tampoc seré tant innocent com per a negar rotundament aquesta possibilitat i així impedir que perdem encara més competitivitat, sobretot tenint en compte que altres economies del nostre entorn molt més liberals (USA) estan rescatant les seves empreses.
Això sí, quan tornin els beneficis, l'Estat i els ciutadans passarem comptes. Si no ho fem, tindrem ben merescut que ens prenguin pel 'pitu del sereno'.

miércoles, 10 de septiembre de 2008

Pagando el pato

Me llegan noticias de lo que los liberales en materia económica (en nuestro país, políticamente el PP y partidos de derecha como CiU y el PNV) aconsejan en tiempos de crisis. Apelan a la reducción de los impuestos a las empresas (IVA, Impuesto de Sociedades, IRPF...) para que éstas tengan más liquidez y así, aseguran, puedan contratar a más trabajadores. De esta forma, prosiguen, el dinero que el Estado deje de recaudar a través de los impuestos a las empresas, lo seguirá recaudando a través de las cotizaciones a la seguridad social de los nuevos trabajadores contratados gracias a la previa reducción de impuestos empresariales.
¿Lo pillan?
La cuestión entonces es que las arcas del Estado dependan más de los impuestos aplicables a las nóminas (o sea, a los trabajadores) que de los impuestos aplicables a los beneficios de las empresas. Mira qué bien. Esta última consideración, las patronales y los liberales, la pasan por alto, claro. Pero se trata de eso: de quién soporta la necesaria aportación a las arcas del Estado para que éste pueda redistribuirla mediante el gasto social.
La verdad es que no parece muy lógico que esta aportación la soporten básicamente las nóminas, que nunca serán tan altas como los beneficios empresariales. A parte de no saber si esta inyección de liquidez a las empresas serviría efectivamente, en tiempos de crisis, para contratar a más trabajadores o solo para no despedir a los previstos. Que no es que sea poco, no despedir a trabajadores, pero entonces hablemos claro.
Para que no se diga que sólo se critica y no se aportan propuestas, una idea: ciertamente las empresas son la base del sistema, perverso o no, que hemos montado. Por tanto, si cierran empresas nos quedamos sin trabajo. A favor pues de inyectar liquidez a las empresas en estos momentos de crisis. A cambio de que, en tiempos de bonanza, los trabajadores (es decir, las nóminas) participemos de algún modo en los beneficios empresariales.
Así, digo yo, que no seríamos siempre los mismos los que pagaríamos el pato.
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