domingo, 12 de mayo de 2013

¿No hay dinero? Sí, sí que lo hay



Recortes brutales en servicios sociales, pilares del Estado de Bienestar que tantos sacrificios ha costado levantar: sangrías en educación y sanidad pública. Falta dinero, repite como un mantra tanto el presidente del Gobierno como los presidentes autonómicos y los responsables comunitarios.

Aumento de impuestos; siempre con la clase media-baja como víctima (nada de aprobar una política fiscal más progresiva) y con las pequeñas y medianas empresas que todavía no han cerrado tras cinco años de descalabro, ahogadas. Tenemos que recaudar más porque no hay dinero, clama Montoro.

Te recorto el servicio y, a cambio, te obligo a pagar más impuestos por peor calidad de vida. Es que no hay dinero, a ver si nos enteramos. Hemos vivido por encima de nuestras posibilidades (exactamente, ¿quién ha hecho eso en los últimos 15 años de pelotazo inmobiliario y fechorías corruptas de las 'familias' de siempre?).

Espera, un momento… ¿No hay dinero? Al menos 550.000 millones de euros de origen español descansan en centros financieros internacionales donde no tributan o donde, como mínimo, existe una opacidad tremebunda. Y desde el año 2009, las empresas del IBEX 35 (sí, sí, bancos, concesionarias, operadores de telecomunicaciones…) han duplicado su presencia en paraísos fiscales, según el Observatorio de Responsabilidad Social Corporativa (http://www.observatoriorsc.org/)

¿Qué cantidad deja de ingresar el Estado permitiendo esta evasión de impuestos? ¿Tendríamos ese déficit que parece justificar cualquier recorte si se persiguiese de verdad el fraude fiscal de las grandes corporaciones –no solo el ‘con IVA o sin IVA’, que también-?

Así que dinero, lo que se dice dinero, sí hay. La utilización de paraísos fiscales por parte de empresas españolas, con el silencio cómplice del gobierno del Estado, gobiernos autonómicos y Bruselas, es reprochable en cualquier situación. Pero ahora, cuando se desmantela educación, sanidad e investigación públicas, con 6 millones de parados y más del 50% de los jóvenes sin expectativas, es directamente obsceno. De nuevo, las élites políticas y económicas no cumplen la principal función de una élite éticamente responsable: actuar por el bien común.

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