domingo, 3 de julio de 2011

Fastidio

Que las cosas no son blancas o negras está claro. Esta evidencia a menudo me sitúa en una incómoda situación intermedia entre dos puntos de vista si estos son radicales a un lado o al otro. Es incómodo porque es pesadito tener que matizar ideas, propuestas, soluciones...pero el consenso es eso (primer aviso).

A parte de dos, quizás hasta cuatro, pilares éticos que sí he llegado a tener claros y que sí son radicalmente intocables, sin matices, el defender una postura discriminando directamente a otra a mí, de entrada, me da grima. Me pasa con la estéril discusión entre Madrid y Barcelona (no acabo de entender porqué debo renunciar a una de las dos cuando la mezcla y la suma de lo mejor de las dos me enriquece). Y me vuelve a pasar con el 'enfrentamiento' entre democracia representativa y participativa. Llevo mucho tiempo asumiendo la democracia participativa como la opción deseable para mejorar nuestra democracia, quede dicho por adelantado (segundo aviso).

Así que emocionada y entusiasmada asisto y participo en manifestaciones y asambleas del 15-m. Algo extraordinario bulle cuando 600 personas son capaces de reunirse en un parque público para poner en común propuestas a través del consenso. Es extraordinario, literalmente.

Pero me fastidia: que se olvide que muchas de las propuestas del 15-m hace años que algunos políticos de izquierdas y progresistas se parten la cara para defenderlas en los parlamentos autonómicos y en el Congreso. Así que el grito de 'todos son iguales, no me representan' me fastidia, me incomoda. Porque equiparar a los que se han partido la cara defendiendo una Tasa Tobin, por poner un ejemplo, (antes que ellos, por supuesto, el esfuerzo y el trabajo de una ONG, en este caso ATTAC) equipararlos, digo, a los políticos de derechas y conservadores que solo legislan pensando en sus privilegios y en los de la oligaquía de turno, pues no, no me apetece.

Al mismo tiempo, oir como la que se autodenomina 'gente sensata' define a todo el 15-m como 'perroflautas' da una idea de la cantidad de gente en este país, con responsabilidades públicas o con altavoz en los medios tradicionales, que no tiene ni idea de calibrar y dimensionar bien una reacción ciudadana que, insisto, es extraordinaria y con posibilidades de ser el germen de una auténtica democracia participativa en nuestras ciudades.

Pero: es un error que esta democracia participativa no aproveche las sinergias con la parte de la democracia representativa que está dispuesta -porque hace muchos años que así lo demuestra y están los libros de sesiones para cotejarlo y poner a cada uno y una en su lugar- a trabajar para mejorar nuestro sistema democrático. Vuelvo a no entender porqué debo renunciar a una de las dos cuando aunar lo mejor de las dos podría ser una auténtica revolución.

¿O las izquierdas vamos a boicotearnos de nuevo para que otros se lleven el pez al agua?

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